en cada viaje entro en las iglesias.
fotografío las penumbras, las imáenes, los bancos vacíos.
permanezco unos minutos sentada, casi siempre, frente a un cristo crucificado.
el silencio de la iglesia y el abismo entre la ausencia de fe y la imagen, me hacen llorar, con disimulo.
en algún momento creí, y el silencio del crucificado se rompía para darme razones que justificaran no su muerte, sino mi vida y los avatares.
el fin de la creencia es el enfrentamiento con mi propia limitación y levedad.
pero el silencio de las iglesias, aunque arranque lágrimas, me reconforta.
hay otros silencios que son perturbadores.
como cuando uno está frente al analista y no sale nada, y el reloj sigue marcando los minutos, y caen las fichas del taximetro, y uno siente, indefectiblemente que está perdiendo el tiempo, y que pronto llegarà a su fin.
hasta que se rompe -casi siempre al lìmite del final- y sobreviene la pregunta: qué está pasando que debo acallar todo?
y como al mirar el cristo crucificado en el que no creo, se disparan lágrimas y aparecen imágenes y razones que la razón no entiende.
y es que entre silencio y silencio, estamos vivos.
y de vez en cuando hay que llorar, pero que no se note demasiado.
DATO QUE FALTABA SOBRE LA FOTO: la imagen, totalmente movida -me temblaba el pulso por el frío- no es de ninguna iglesia, sino del monte urgull en san sebastián.
allí me quedé un rato detenida, mientras subía corriendo y me apoyé en una rejita.
ví el mármol gastado y me dio paz -al fin y al cabo alguien se acordaba de los ignotos-.
además, desde arriba, me inspiraba un cristo no crucificado, a quien quería llegar para ver el mar tan azul y único desde la màxima altura que podían recorrer mis pies, con la creencia, única creencia, de saber que ese momento no se volvería a repetir.
Entre silencio y silencio; pero en los silencios también, a veces, se esconden orugas, flores, y Hansel y Gretel
Escrito por santiago a las 13 de Mayo 2006 a las 05:35 AMSerá por eso que me encanta recorrer los pasillos de los viejos conventos y monasterios, aunque tampoco tenga ninguna motivación religiosa para entrar a estos lugares.
Ese silencio que describes , me hace estremecer incluyendo el olfato también, porque algo especial hay en ese aroma a paredes viejas, humedad y encierro. Y yo sé que es una especie de "sacrilegio" pero la verdad las pirámides no me hacen sentir lo mismo.
Que tengas un excelente fin de semana.
santiago y karina, sus comentarios hacen que haya valido la pena escribir una lìneas.
disculpen hasta los acentos, siempre a la inversa.
escribo en forma tan impensada que ahi va, sin corrección.
gracias por su tiempo
Uno, con el correr del tiempo fue transformándose en un incrédulo absoluto, mas exactamente en un apostata, como le gustaría decir a mis amigos de la Iglesia; pero hace mucho, mucho que solo voy a Nueva Ámsterdam porque es uno de los pocos lugares en el mundo donde a las tres de la mañana puedo ir a una iglesia, a rezar o no, pero ir, estar.
Gracias Pini.