querida,
vestite de rojo sandía, desde la noche hasta el día.
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querido,
lo ordenas por lo jugosa, colorida u otra cosa?
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ella provoca el ataque, tienta tentada.
se ha comprado en rojo lo imprescindible, hasta el pañuelo que anuda a su cuello, y que luego caerá, por buena puntería, sobre la luz de la habitación que tiñó de colorado la penumbra.
sus cuerpos se encontraron, en silencio y a solas.
sin música, sin imagen, en rojo.
rojo sandía.
ella se desarma, arroja sus prendas como semillas: pequeñas, lentamente.
él la mira, encariñado.
esta hondura del amor a la que llegan, sin más prólogo, los aferra, ahora, enteros y callados.
la boca de ella recorre sus ojos, sus mejillas, su cuello.
él se ha dejado apresar, inmóvil
lo respira, como animal que huele la presa antes de morderla.
acaricia su pelo, besa su frente.
engarzada a sus manos, acompasa su movimiento.
se llevan.
se adoran.
por fin, él dejará de hablar con iniciales, sujetándola por la cintura, se acerca al oido y, sin vueltas, le dice: malena, te amo.
Escrito por pini a las 27 de Julio 2006 a las 11:17 AM | TrackBackEsto me recuerda a un chiste que pido perdón por contar aquí.
(léase con acento caribeño):
-Doctor, doctor, tenco el clítoris como un melón.
-¿De grande?
-No, ¡de sabrosón!
Espero sepa disculparme.
Escrito por Joe Kozinski a las 31 de Julio 2006 a las 11:46 AMjaaaaaa.
me río por el tenco, que no sé que es.
acá está todo permitido, no se disculpe o le pego.
eso sí, si le cuento un chiste, usted se ríe, aunque no lo entienda o no le agrade.
son pactos para ser cumplidos.