mitad cubierto por un kilim antiguo -entregado en pago de una deuda de honor, según palabras del padre- descubrió un sobre cerrado, con unas pocas inscripciones:
via aérea, en el margen superior derecho
y señorita malena almada, con letra manuscrita en color azul oscuro y centrada a la perfección.
sin remitente, todo indicaba que había sido deslizado debajo de la puerta principal.
antes de abrirlo, lo apoyó contra el vidrio del ventanal que daba a la calle, comprobando su contenido (no quiero romper la carta, pensó).
una hoja de papel liviana doblada a modo de barquito, la acercaría hacia una costa desconocida, al confesarle desde el anonimato "malena, tienes la mirada más linda que los ojos, y arrastrado por ella naufrago, apasianado"
corrió hasta su dormitorio, abrió con fuerza el cajón de la mesa de luz -siempre se traba, tendré que encerarlo-, y sacó el espejo de plata que le regaló su abuela al cumplir los quince años.
mis ojos? los refregó para que lagrimearan -así se verían más almendrados- pero no podía.
estaba demasiado feliz.
intentó probar con los recuerdos terribles, pero no había caso.
la suerte estaba echada al igual que la carta, que debajo de la almohada, la llevaría a correr los laberintos más sabrosos del sueño.
Escrito por pini a las 14 de Febrero 2006 a las 11:59 PM | TrackBackQue alegría produce ver a Malena feliz.
Sr. anónimo continúe, háblele ahora de su piel, de su boca... pero sea más descriptivo, queremos conocer a Malena.
dale tiempo, dale tiempo. a él.